top of page
Para estar al día del blog: 

Reflexión 1

  • Reiniciando Relatos
  • 3 mar 2021
  • 6 Min. de lectura

Escribir me ayuda mucho. Siempre lo ha hecho. Escribir un relato, un poema o cualquier tipo de creación literaria me sirve para calmarme o para expresar libremente mis pensamientos. Sí, es cierto que la mayoría de veces son relatos de ficción; relatos muy extraños, en ocasiones, y que uno puede pensar que, sin duda, pueden ayudar a desahogarse o relajarse, pero no tanto a expresar pensamientos. Bueno, pues sí, porque en muchas de las historias, aunque de forma poco cristalina u opaca, a veces, van implícitas reflexiones sobre el mundo en el que vivo. Aunque puedan parecer auténticas chorradas.

Aclaro esto porque lo que estoy presentando aquí con este texto poco tiene que ver con un relato de ficción. En realidad pretendo que sea una argumentación pura de mis pensamientos con el mismo fin de intentar expresar mis ideas y desahogarme un poco. Al menos lo que dure mi escritura.

Porque muchos días, la mayoría, se me ocurren muchas ideas y preguntas sobre el mundo que me rodea y me gustaría hacer un ejercicio para ir plasmándolas, algunas de ellas, e intentar ir contestándolas poco a poco. Quizás, si lees esto hasta el final, concluyas que mis preguntas no tienen respuesta, o que son un tanto idiotas, o que es mejor que no escriba más. Pues sí, y tendrás razón, como quien diría eso mismo tras leer mis relatos.

Sobre lo que más reflexiono en estos días es sobre la vida en sí. Así, en general.

—Pues ya nos podemos ir, ¿no?—me dirás tú— Porque es una pregunta con tantas posibilidades, repreguntas, soluciones, temas a tratar, etcétera, que no acabaríamos jamás.

Pero más concretamente me pregunto cosas que me llevan a pensar que nuestra existencia está compuesta por dos realidades paralelas que se van cruzando aleatoriamente y por eso el conjunto es una amalgama de momentos maravillosos que se ven frecuentados por fallos en la misma existencia que tenemos. Por ejemplo, yo, que siempre he tenido una vida bastante acomodada —mis padres me han cubierto siempre mis necesidades, no he sabido jamás lo que es una penuria, he estudiado lo que he querido, no me ha preocupado nunca el recibo de la luz, etc., pero siempre sabiendo que no pertenecía a ninguna élite dirigente y sí he tenido cierta conciencia de lo que a ellos les suponía todo eso— vivo más o menos tranquilamente, trabajo, y de repente, voy a una tienda, de estas donde se venden todo tipo de cosas —desde una barra de pan hasta un viaje al Caribe— y en la puerta hay una persona que me explica, con un cartel de cartón y escrito a bolígrafo, que no tiene nada que llevarse a la boca. Entraba en esa tienda buscando un ordenador potente y nuevo, capaz de mandar un cohete a Marte, y me abre la puerta una persona, prácticamente idéntica a mí en lo esencial —dos brazo, dos ojos, dos orejas, dos pulmones, una cabeza, un tórax, dos piernas e incluso más alto, pero, en fin, un Homo Sapiens—, que no puede ni desayunar. Es algo que no entiendo. Nosotros nos hemos acostumbrado a ver eso como normal, como parte de nuestra cotidianidad, cuando debería ser una alteración, un error de la realidad. Es una idea muy perturbante. Y sí, sé que es algo tópico, algo de lo que ya han hablado cientos o miles, pero hoy me toca a mí.

De hecho, no entiendo, tampoco, que como sociedad seamos capaces de mandar un cohete a Marte para buscar vida extraterrestre, cuando la vida que tenemos aquí nos la estamos cargando. Claro que sé que esto es demagógico por muchísmos motivos: invertir en ciencia es positivo para todo el mundo, los beneficios de una misión de ese calibre mejorar la vida en la Tierra… sí, si motivos sobran. También me podrían decir que igual que yo invierto un presupuesto en ese nuevo ordenador, en vez de entrar en la tienda y gastármelo, le dé mis recursos a esa persona que me sostiene la puerta. Ciertamente lo he pensado muchas veces. ¿Pero ayudaría o sería un parche? Otra pregunta más que dejo en el aire porque no sé la respuesta.

¿Y cómo es posible que desde los albores de nuestra especie en el planeta hayamos fenecido por pandemias y hoy, que somos la civilización más avanzada, con los mejores conocimientos y la tecnología más puntera, además de un conocimiento más o menos pleno de nuestra historia, sigamos muriendo por un virus sin que nadie sepa controlarlo? Pues mira, tampoco lo sé.

Volviendo al tema de Marte, mandamos un robot a trabajar allí para buscar vida y en los informativos se dice que estamos buscándola para comprobar que no estamos solos. ¿Solos? ¿Pero no viven en nuestro planeta más de siete mil millones de personas? Sí, sé que se refiere a solos como el hecho de que la Tierra sea el único planeta habitado. Es otro momento claro en el que la existencia muestra que tiene fallos. Porque a este ritmo, por el cambio climático, antes de encontrar vida fuera de la Tierra, habremos destruido la que hay aquí. A cambio, a mí me piden que no encienda la calefacción, mientras me dicen que es necesario que recorra seiscientos kilómetros hasta un sitio de playa y me cargue el ecosistema de la costa para que podamos seguir viviendo de algo. Tampoco lo entiendo.

Además, nos dedicamos a buscar vida en planetas exógenos, pero a la que llega a nuestro país la mandamos fuera, de vuelta, o permitimos, porque es así normalmente, que esté pasando frío a la entrada de una tienda con un cartel en la mano diciendo que no tiene nada para comer. Todo por vivir al otro lado de una frontera, que es una línea imaginaria que se han inventado unos pocos y que lo mismo que pasa por un punto, podría pasar unos metros —o cualquier otra medida— más allá o más acá, convirtiendo a los que hoy considero compatriotas, y, por tanto, amigos, en unos indeseables, o al revés. Es tan estúpido, que un unos millones de españoles se ponen de acuerdo en odiar a otros tantos millones de franceses, pero dentro de esos millones españoles, el que es madrileño no soporta al que es andaluz y el andaluz no soporta al vasco. Pues eso, que no lo entiendo.

Además, igual que creemos en fronteras, creemos en dioses, unos seres que están muy por encima de nosotros, en todos los sentidos, y que lo mismo crean a todas las criaturas vivientes, que imponen castigos o que crean accidentes geográficos. ¿Si mañana el telediario habla de vida en Marte, también la habrá creado el mismo dios que me creó a mí? Me gustaría saber qué ocurre. Sobre todo, porque donde yo vivo existe un dios. Pero a mil kilómetros de aquí son diecisiete y cruzando el mar es otro distinto que se parece mucho al que a mí me han asignado. ¿Qué dios creó a los marcianos? ¿Si hay un dios, o una serie de ellos, por continente, también hay un dios por planeta y dentro de ese planeta otros tantos dioses? Pero si hay vida en Marte cómo se traga una persona creyente que él o ella ha sido creada por esa entidad especial con un plan único y especial para cada uno de nosotros. ¿Y por qué hay un plan para mí, pero no para el perro que convive conmigo en casa? Porque además, aquí hay gente que dice que escucha a dios y los convertimos en sus representantes y les otorgamos poderes sobre el resto de la comunidad. ¿Y qué tienen ellos que no posea la persona que pide para comer en la puerta de una tienda? ¿Por qué ellos son los representantes de dios en la tierra? Es más, me parece demasiado elevado el número de representantes, como si dios no tuviera suficiente con uno sólo porque no gozara de la autoestima suficiente, como si su mensaje no bastara para convencer y necesitara de comerciales para vender su palabra. En realidad, no noto la diferencia entre un cura y un comercial de una compañía de teléfonos.

En fin, son muchas otras las cuestiones que me planteo últimamente, pero daría para mucho más que esto, para un texto muy largo y seguramente no tenga tanto interés. Lo que sí que me planteo ahora con fuerza después de lo que acabo de plasmar es: ¿entonces, cuando una persona nos dice que sufre alucinaciones y deducimos que su realidad no es la normal, por qué la encerramos en un psiquiátrico?

 
 
 

Comentários


Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic

¡SÍGUEME y COMPARTE! 

  • Facebook Classic
  • Twitter Classic

© 2016 Pablo Merino Prota Creado coh Wix.com

bottom of page