Julio, verano, agosto
Persianas de día
ventanas abiertas de noche
niños disparándose balas de agua
y un piano que se escapa
a través de una rendija
filas de silla que llenan sombras
aceras que evaporan zapatos
ladrillos que rugen al rojo intenso
viento intransigente
sábanas empapadas por equivocadas razones
camisas que se aguantan solas
por el fruto de obreros sin descanso
madres que gobiernan sus plegarias
a que se oculte por un momento el sol
cocinas orgullosas de ser saunas nórdicas
siestas que son a la rutina
betadine y paracetamol
y solo en el purpúreo ocaso
se hace la vida efectiva
regando gargantas con agua, cerveza o vino
en verano, en julio, en agosto,
en mi ciudad, en Madrid.