El espectáculo
- Reiniciando Relatos
- 19 mar 2017
- 2 Min. de lectura
-Vamos Marta, ya nos toca
-¿No te aburre hacer todos los días lo mismo?-. Libertad lo estaba pasando mal últimamente. Se podía ver a simple vista cómo había empezado a hincharse, a engordar progresivamente a causa de los años. Estaba ya cansada, harta de todo. Además empezaba a tener un tono más rojizo. Ser la estrella de la función le estaba desgastando. Pero le quedaban unos años antes de poder dejarlo.
-Arriba chicas.- Helios, el encargado de que todo saliera bien y que en ese momento se dirigía a Marta y a Libertad para ayudarlas a subir a su carro, con el que entrarían en escena, puso en marcha la maquinaria. La ascensión en el carro fue lenta al principio y podía verse cómo más de sus compañeras iban subiendo detrás de ellas. Después más rápidamente fueron llenando el escenario hasta que estuvo repleto. Como todas las noches, Nix, la asistente de dirección, las fue colocando para que todo estuviera listo cuando empezara el espectáculo.
Todo listo, todo preparado ya. Solo quedaba que las luces se apagaran completamente.
-Si de todas formas cada día nos ve menos gente.- Libertad estaba a punto de estallar. Cada vez le quedaba menos tiempo y se le notaba mucho.
-Pues yo, sin embargo, cada día tengo más ilusión.- A Marta se le notaba en cambio, más feliz, brillante, era joven y con ganas de alumbrar.
De un instante a otro se apagaron totalmente las luces y dio comienzo a la función. Fue maravilloso, como todos los días, pese a que llevaban años y años representando en el mismo teatro. Como siempre no faltaban espectadores, de todos los tipos y nacionalidades. Era alucinante cómo semejante representación noche tras noche seguí allí; pasaban los años, los actores y las actrices, los asistentes, pero era magnífico y se notaba en la cara de felicidad con la que salían quienes lo presenciaban.
Poco a poco, las luces se fueron encendiendo otra vez y al igual que habían subido, empezaron a bajar en los carros poco a poco y como siempre, como todos los días, el director salió a escena al finalizar. El señor Sol iluminó la sala con su presencia y todas fueron retirándose para dar paso a un nuevo día.
Mañana habrá otra función, diferente, diferente son todas las noches, siempre. Diferente pero igual de mágica.
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